¡Que el óxido nunca llegue a mis tuercas!

Y tengo esas ganas de querer tener el valor, si, el valor, la fuerza de poder decirte todo esto que ciento, sabiendo que no saco nada diciéndote todo, sólo como sacarme un peso de encima, pero nada más. Tan sólo puedo mirarte y capaz nada más que eso, pero no tengo el valor de decirte nada, no me salen las palabras al tenerte enfrente mío.
Tengo el defecto de contradecirme a mi misma cada segundo, no puedo admitir de una buena vez que te necesité todo este tiempo, y sigo haciéndolo, que aun seguía decepcionada por tu inmadurez, por haber querido cambiar para mejor y me hayas dejado ahí entre la nada, sin rumbo a nada y sólo con las ganas de no querer nada ni a nadie.
Te dije un montón de palabras sin sentido, por bronca, quizás en ese momento las sentía pero a su vez yo sabía que no era así del todo, dije un montón de palabras sólo para sentirme un poco mejor conmigo misma pero no lo conseguí, sólo quise que te sintieras como yo alguna vez me sentí, pero de todos modos ni eso servía; sólo servía alguna nueva oportunidad a pesar de todo pero ya fue, nada va a ser así porque tengo el miedo de quedar de la misma forma que quedé, de querer arriesgarme y que me digan que es mejor que no, no sé porque quiero tanto arriesgarme a sufrir de nuevo, como si me gustara masoquistamente pasarla mal, pero sólo es que nunca me gusto quedarme con las cosas guardadas pero no sé si esta vez es la excepción o digo todo esto que se hace más pesado cada vez.